Antes de que arranque la especulación de los mismos buitres de siempre, la llegada de la distorsión al INDEC y la preocupación de la Tota por el precio del tomate, ya se veían las causas de esta cosa que nos pasa en el bolsillo: la inflación.
En 2005 y 2006 los sectores clave de la competitivísima industria nacional ya venían laburando a tope (ni hablar del sector energético). Y ahí fue cuando a algún industrialista irrumpió: "hay que aumentar la inversión productiva". De esos días a la actualidad, el abismo.
Si entendemos que parte del alza de precios obedece a una diferencia entre los crecimientos de la demanda agregada y la oferta, es obvio que si aumentamos proporcionalmente la producción nos sacaríamos de encima una buena parte del problema.
Lo que pasa, me digo, es que como parece que estamos en una economía de guerra, y sólo crecemos para adentro gracias a nuestro propios recursos (un keynesianismo de faloperos), despreciamos al caprichoso capital externo.
Según el modelo (existirá tal?), las inversiones extranjeras se suplantan con la inversión pública (en obras utilísimas como el tren bala y subsidios realmente distributivos como el del gasoil para el auto de papi). Con atención, puede leerse entrelíneas a la política económica como un “me cago en la inversión externa”.
Según datos de la CEPAL, las IED (Inversión Extranjera Directa, la más útil) en América Latina creció en 2007 un promedio del 67 por ciento. Bastante no? Sin embargo, Argentina sólo tuvo un 14, pasando de 5 mil millones de verdes a 5700 el año pasado.
Frente a la media de la región, nos perdimos más de 3 mil millones de dólares.
Ya menos de la mitad de eso nos hubiese venido muy bien. Ojo, esta no es una tendencia nueva, viene pasando desde que cambio la conyuntura externa y nosotros nos hundimos en el default, del que por suerte salimos.
Claro, con los mercados mundiales rehuyendo una crisis no parece el mejor momento para que esta platita venga a casita.
¿Tiene sentido despreciar dinero fresco cuando por más heterodoxo que se sea, se sabe que el Estado no puede suplir todo? ¿Algo aprendimos de la experiencia soviética? En el mejor de los casos, estamos en eso.
Esbocemos las razones¿La intervención del INDEC será uno de los problemas? ¿La falta de seguridad jurídica? ¿El intervencionismo estatal defendiendo intereses nacionales en los contratos con Pan American?
El capital es caprichoso. Sino que alguien me explique como un país como Colombia, con un narco estado y con la mitad del territorio copado por la narco guerrilla (perdón Hebe) puede casi duplicar el flujo de inversiones que llegan a Argentina.
Es muy difícil entender las razones de diván del capital, pero hay algo que queda claro: si hay un método que sirve siempre, ese es el lobby, y este es un Gobierno que le escapa al mundo exterior comercial.
A las inversiones se las mima, se las llama varias veces por semana y se les tolera el histeriqueo. Como dice el tango, parecemos una bacana linda y orgullosa, que malgasta sin importancia. Ojalá terminemos mejor que un final de amargo bandoneón.