domingo, 18 de mayo de 2008

Los morlacos del otario los tirás a la marchanta...

Antes de que arranque la especulación de los mismos buitres de siempre, la llegada de la distorsión al INDEC y la preocupación de la Tota por el precio del tomate, ya se veían las causas de esta cosa que nos pasa en el bolsillo: la inflación.
En 2005 y 2006 los sectores clave de la competitivísima industria nacional ya venían laburando a tope (ni hablar del sector energético). Y ahí fue cuando a algún industrialista irrumpió: "hay que aumentar la inversión productiva". De esos días a la actualidad, el abismo.
Si entendemos que parte del alza de precios obedece a una diferencia entre los crecimientos de la demanda agregada y la oferta, es obvio que si aumentamos proporcionalmente la producción nos sacaríamos de encima una buena parte del problema.
Lo que pasa, me digo, es que como parece que estamos en una economía de guerra, y sólo crecemos para adentro gracias a nuestro propios recursos (un keynesianismo de faloperos), despreciamos al caprichoso capital externo.
Según el modelo (existirá tal?), las inversiones extranjeras se suplantan con la inversión pública (en obras utilísimas como el tren bala y subsidios realmente distributivos como el del gasoil para el auto de papi). Con atención, puede leerse entrelíneas a la política económica como un “me cago en la inversión externa”.
Según datos de la CEPAL, las IED (Inversión Extranjera Directa, la más útil) en América Latina creció en 2007 un promedio del 67 por ciento. Bastante no? Sin embargo, Argentina sólo tuvo un 14, pasando de 5 mil millones de verdes a 5700 el año pasado.
Frente a la media de la región, nos perdimos más de 3 mil millones de dólares.
Ya menos de la mitad de eso nos hubiese venido muy bien. Ojo, esta no es una tendencia nueva, viene pasando desde que cambio la conyuntura externa y nosotros nos hundimos en el default, del que por suerte salimos.
Claro, con los mercados mundiales rehuyendo una crisis no parece el mejor momento para que esta platita venga a casita.
¿Tiene sentido despreciar dinero fresco cuando por más heterodoxo que se sea, se sabe que el Estado no puede suplir todo? ¿Algo aprendimos de la experiencia soviética? En el mejor de los casos, estamos en eso.

Esbocemos las razones
¿La intervención del INDEC será uno de los problemas? ¿La falta de seguridad jurídica? ¿El intervencionismo estatal defendiendo intereses nacionales en los contratos con Pan American?
El capital es caprichoso. Sino que alguien me explique como un país como Colombia, con un narco estado y con la mitad del territorio copado por la narco guerrilla (perdón Hebe) puede casi duplicar el flujo de inversiones que llegan a Argentina.
Es muy difícil entender las razones de diván del capital, pero hay algo que queda claro: si hay un método que sirve siempre, ese es el lobby, y este es un Gobierno que le escapa al mundo exterior comercial.
A las inversiones se las mima, se las llama varias veces por semana y se les tolera el histeriqueo. Como dice el tango, parecemos una bacana linda y orgullosa, que malgasta sin importancia. Ojalá terminemos mejor que un final de amargo bandoneón.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado Juan, esta vez nos sorprende con un desarrollismo modesto propio de la década de los 50. Me gustaría actualizarlo un poco: la llegada de capitales externos no garantiza en sí misma el desarrollo. Vea, aquí en la década del 90, de la mano del partido que usted fundó, tuvimos una impresionante de inversiones que no significaron una mejora de la calidad de vida ni una mejor distribución de la riqueza. Como hablábamos el otro día, el léxico neoconserva de los Chicago Boys habló mucho de crecimiento y poco de desarrollo.
El debate es más profundo, me parece, porque esto de mimar a las inversiones es peligroso. Sabemos que el capital se mueve antojadizamente por el mundo buscando las condiciones más favorables para su reproducción. Son enormes poderes del mercado que generan competencia entre los estados para ver quien les hace más guiños, es decir, para ver quién flexibiliza más y baja los gastos del trabajo. Es un tema para desarrollar más ampliamente, pero no vaya a ser que en esta historia de gatos maulas nosotros vayamos a ser mísero ratón. Un abrazo nacionalista y católico.

Gabino Rebagliati dijo...

Mire, justo usted me viene a cuestionar, después de la verguenza que me hizo pasar con los muchachos. Me quedé esperando para que me saquen de las proscripción, y usted peleandose con las petroleras.
La doctrina peronista no considera un pilar superior a la Inversión Extranjera Directa. Este es un factor más que se necesita para ir hacia un capitalismo organizado, y sobre todo, más solidario.
Además, y dejando el personaje de lado, si hay algo que sabemos es que en este país sobran las oportunidades para hacer negocios, hay que venderse mejor.
Cuestiones que este gobierno dogmático olvida, mancillando mis banderas.
Sus palabras esconden un dogmatismo feroz.
La misma historia nos enseña que nunca un sólo factor impulsa un cambio. Es el conjunto de causas lo que permite la revolución peronista.

Anónimo dijo...

Tanto tiempo dedicado a escribir mis teorias economicas para que usted john sunday venga a hacer estos anàlisis hiper bàsicos(N de la R: igual con ese pauperrimo nivel de conocimiento economico tranquilamente podria tener una columna en el gran diario argentino).
Para comenzar, me voy a citar a mi mismo, "In the long run we are all dead".
Me extraña en demasìa su referencia hacia los capitales del extranjero, generalmente sinàrquicos. Como ya le comento Arturo, la inversion extranjera asi como reactiva la economia no implica necesariamente un desarrollo sustentable, y lo que paso con ese patilludo que en cualquier momento estara junto a nosotros aqui arriba, lo demuestra.

Gabino Rebagliati dijo...

Otro dogmático más. Yo lo mandaría a estudiar, o mejor dicho a leer una obra mia por cierto.
Conducción política, se consigue en cualquier lado. El capitalismo es una teoría sin doctrina, digo en esas páginas. Justamente es el justicialimso el que viene a dotar al producto del parto burgués de una utilidad solidaria.
La plata siempre es buena. Las inversiones no son un pilar fundamental, son necesarias, como todo.
Despreciar elementos es una conducta negativa, y ya aprendimos que con la filosofía negativa de los totalitarismos no vamos a ningún lado.
Yo que usted me concentraría en recuperar la bastardeada Toería de control de precios, bastardeada por esta parodia del Movimiento.